Cuando mis amigos y yo entramos en el
salón recreativo que se encontraba más cercano a nuestro barrio y
vimos una maquina con volante nos acercamos corriendo a ver que era
aquello. Tras un rato de éxtasis contemplando la demo y viendo como
aquello se movía a velocidad de vértigo por toda la pantalla todos
teniamos claras dos cosas: queriamos un Ferrari Testarossa con un rubia potente en el asiento del copiloto; y el
futuro ya había llegado.
Contemplar este juego con los ojos
actuales seria un poco cruel ya que rápidamente saltarían muchos
defectos como lo pixelados que están los gráficos o el aparente
movimiento torpe del coche. Y sí, la verdad es que el tiempo no ha
tratado muy bien a este juego pero cuando salió allá por 1986 era
la maquina arcade más alucinante que podías encontrar en cualquier
salón… ¡y la más dificil! Bueno, no era así, pero en aquel
momento nos lo parecía, el coche iba tan rápido y las curvas se
sucedían una detrás de otra tan vertiginosamente que tenias que
ser todo un crack al volante. Al final como nunca tenias dinero para
jugar pero sí mucho tiempo libre para gastar te tirabas todo el día
mirando como jugaban otros y gritándoles cuando se equivocaban de
ruta: «¡por ahí no, qué esa es la difícil! «, «Vete
a la derecha que ese final no lo he visto»
Sí, esa era otra de
las novedades del juego, ¡podías ir por rutas diferentes! Fijaros
en el espectacular mapa del juego que acompaña este parrafo. ¡El no va más! Vale, hoy hay juegos
que te puedes recorrer ciudades enteras e ir por donde quieras y
apalear prostitutas. Pero entonces todos los juegos de carreras de
este estilo eran más o menos lineales e introducir rutas
alternativas en las que cada final era diferente era toda una
novedad. Y un sacacuartos porque no decirlo, ya que si te acababas
una ruta te enganchaban para que te hiciera la siguiente. Vamos con
un video del juego y su espectacular música.
¿Un poco cutre la música? ¡Qué me
decís! Aún recuerdo emocionado cuando salia la versión para
ordenadores domésticos y me lo compre para mi Spectrum. La verdad es
que aquello casi no tenia colores y era bastante cutre, pero la
jugabilidad estaba ahí y era una gozada jugar. La anécdota viene
que como el Spectrum no era capaz de reproducir una música de tal
calidad (sí, en aquellos tenia demasiada calidad) la caja del juego
venia con dos cintas de cassete. Una con el juego en sí y otra, ¡con
la música para que la reprodujeras mientras jugabas! ¡Y por
supuesto que lo hacía! La ponía y cuando llegaba al cine la
rebobinaba y otra vez y otra y otra… Os juro que me la sé de
memoria y hoy en día aún la voy tarareando muchas veces por la
calle. Ay, ya no sé hacen juegos como los de antes…
(no, no he jugado a la segunda parte,
no quiero que me dañe los recuerdos cada vez que vuelvo a jugar en
el mame).