El colofón a una carrera

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Ruth Beitia ha estado ahí toda nuestra vida. Me cuesta recordar algún momento en el que me pusiera a ver un campeonato de atletismo y Ruth no estuviera competiendo. Ya podía ser de España, de Europa o del mundo, de la Diamond League o de lo que sea ella siempre estaba allí. Lo peor de todo era verla cometer nulo tras nulo, porque el salto de altura es una prueba muy cruel donde solo acabas de competir cuando has cometido tu último nulo. Al principio esos nulos llegaban muy pronto y Ruth muchas veces no se clasificaba para las finales. Pero los años fueron pasando y ella fue depurando su técnica escalando peldaño a peldaño. Poco a poco empezó a meterse en todas las finales, a disputar un cuarto o quinto puesto, a pelear por las medallas y finalmente a ganar competiciones. Para que este ocurriera tuvieron que pasar muchos años, no se convirtió de la noche a la mañana en una campeona, fue una progresión constante.

De esta manera en los juegos olímpicos de Atenas alcanzó el puesto 16, en los de Pekin el 7 y los de Londres el 4. Y entonces Ruth se retiró porque pensó que le había llegado la hora. Estaba cansada de la competición y quería dedicarse a otras cosas, a ser más feliz. Entre esas cosas estaba el patinaje, una de sus aficiones preferidas. Pero en su tierruca, Santander, llueve mucho y no podía patinar todo lo que quería. Así que su ex-entrenador le dijo que se pasara por las pistas a dar unos consejos a los jóvenes, a hacer unos saltitos, algo sin compromiso. Pero a Ruth le pico el gusanillo y decidió volver a competir. Pero esta vez sin presión, sin mirar los resultados, solo quería divertirse. Y lo hizo durante este ciclo olímpico ganando varias veces el campeonato de Europa y la Diamond League. Así que Ruth llegaba a estos juegos en su mejor estado de forma y con ningún tipo de presión encima. El resultado que obtuviera bueno seria.

En la ronda de clasificación Ruth hizo un concurso impecable. Ni un solo nulo para pasar a una final en donde se convertía en una de las máximas favoritas. En la final el mismo resultado, altura tras altura fue superando todos los listones sin el más mínimo fallo. Hasta que llegamos a 1,97 en donde solo quedaban cuatro atletas, con Ruth liderando la prueba. Si ninguna saltaba seria oro, sino habría que seguir adelante. Y al primer intento Ruth fallo. Y la búlgara, la croata y la americana. En el segundo se repitió la misma secuencia. Y al tercero… al tercero Ruth volvió a fallar por lo que dependía del fallo de las demás. La búlgara volvió a tirar el listón, por lo que ya eramos bronce. La croata tampoco pudo con él, la plata era nuestra. Y cuando la americana volvió a derribar un grito de alegría recorrió todas nuestras gargantas. Por fin Ruth había conseguido el galardón más preciado en el atletismo, la medalla de oro olímpica. Muchas gracias por todo Ruth, has sido una magnifica compañera en este viaje que es la vida.

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Las chicas de baloncesto jugaban la final contra Estados Unidos. No hay demasiada historia que contar porque la diferencia entre el equipo americano y el resto del mundo es abismal. Llevan 20 años sin perder un solo partido en unos juegos y desde hoy van a ampliar esa cifra a 24 y tampoco se espera que en Tokyo cambie mucho la cosa.
En el partido logramos dar la cara en el primer cuarto donde solo se nos despegaron de 4 puntos. Lo estábamos dando todo y si la cosa seguía a ese nivel podíamos ponerlas en serios aprietos. Pero ahí se acabo la broma, Estados Unidos puso su velocidad de crucero, empezó a meterlo todo y el resultado final de 101 a 72 lo dice todo. Aún así somos las mejores del resto del mundo, que es mucho decir. Una maravillosa plata lograda gracias a un trabajo y una fe inquebrantable. Nuestro combinado mejor clasificado en todos los juegos, eso es un privilegio enorme. Pedazo de campeonas que tenemos, ojala nos duren muchos años.

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Oro, plata, ¿qué nos falta? La otra gran alegría del día llego de la mano de otro de nuestros seguros de vida: Saul Craviotto. Con una medalla de oro al cuello todo lo que nos diera de más era un autentico regalo. La prueba eran los 200 metros individual, una prueba extremadamente rápida y que casi no da ni tiempo de disfrutar ya que dura unos 30 segundos. Así que Saul salió a tope pero fue siempre por detrás y dado la poca distancia de la prueba parecía imposible alcanzar una buena posición. Pero una vez más nuestro piragüista hizo un final espectacular llegando a realizar un esfuerzo brutal para en el último suspiro lograr meter la canoa en las posiciones privilegiadas. ¿Había quedado tercero o cuarto? Se necesitaba comprobar la foto finish y tras bastantes deliberaciones se dio medalla de bronce a nuestro Saul y a un alemán que había entrado en el mismo tiempo. Así que un gran Saul se va de los juegos con un oro y un bronce, como nuestra gran Mireia. Que grande es este tío, como logra estar ahí juegos tras juegos. ¡Bravisimo!

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Fuera de las medallas, las chicas de la gimnasia rítmica han logrado sorprender a todo el mundo clasificándose para la final con la puntuación más alta. La medalla de oro es casi una utopía, con las rusas presentes, pero una medalla es bastante posible. En Londres quedamos cuartas, así que no es tan descabellado pensar en una medalla.

Y nos queda un día de juegos. Estamos en 14 medallas, 7 de ellas de oro. Nos vamos a quedar un poco corto para llegar a lo de los anteriores juegos pero vamos a estar ahí, ahí. A ver que tal se nos da, sobre todo en el baloncesto masculino, que tenemos que trincar el bronce sí o sí.

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