Carolina venia a los juegos para ganar la medalla de oro. No venia ni para competir ni para hacer un papel digno ni para luchar por los medallas. El oro, solo el oro, esa era su única obsesión. No es que se sintiera superior al resto ni pensara que los juegos estaban chupados ni nada por el estilo. Pero como campeona mundial vigente y número uno no podía pensarse en otro tipo de objetivo para ella. Carolina quería el oro. Punto. Así que cuando afrontó su primer partido contra una rival muy inferior fue a tope porque no podía permitirse ningún tropiezo. Y el segundo y el tercero, y los cuartos y las semis. Todos los partidos al máximos, todos superconcentrada en ganarlos para lograr su objetivo. Un día antes de la final la entrevistaban en la radio y le comentaban que pasara lo que pasara, al menos ya tenía la plata asegurada. Ella rectifico rápidamente al periodista, plata no, hay que ir por el oro.
Y llegó la final, contra una india llamada Pusarla Venkata Sindhu, una rival muy dura y que había hecho un excepcional torneo. Así que empezó el partido y el primer set estuvo muy igualado aunque Carolina iba llevando todo el tiempo la delantera en el marcador. Hasta que la india realizo un cambio de juego que desconcertó a Carolina y logró hacerse con el primer set. Era la primera vez que la española perdía un set en todo el torneo y cuando se acercó a su entrenador, frustrada y con medio ganas de llorar solo pudo exclamar: «He perdido un set» Su voz estaba llena de miedo, pero entonces su entrenador la empezó a recordar cual era su sueño, como con 14 años ella le había dicho que quería ser campeona olímpica. Carolina lo escucho atentamente y pidió que le dejaran espacio que tenía mucho calor.
En el segundo set Carolina salió con el oro entre ceja y ceja, no iba a dejar que la india le hiciera otra vez lo mismo. Y la dominó de principio a fin, poniendo distancia desde el principio y controlando todo el set hasta llegar al 21-12 final. Carolina había puesto la directa y no iba a permitir que la cosa cambiara en el tercer set. La india se defendía como gato panza arriba pero Carolina llegaba a todo, lo remataba todo, hacía continuos de juego, desplegaba todas sus artes. No había color, la medalla era imposible que se le escapara y aunque este set fue mas disputado, el resultado final lo deja todo claro: 21-15. En ese momento Carolina se echó al suelo, a dejar escapar todas las emociones, a gritar, a llorar, a soltarlo todo. Había conseguido su sueño, había conseguido el oro.
Tras el partido, en varias entrevistas le preguntaron que sentía al haberlo ganado todo. ¿Todo? Pregunto extrañada ella. No, no, aún tengo que seguir ganando muchas cosas, aún tengo que repetir muchos títulos. Y lo conseguirá, porque Carolina solo tiene el triunfo entre ceja y ceja.
Que te toque los Estados Unidos en una semifinal de baloncesto es una maldición. En una final sabes que puedes morir en la cancha que no habrá partido al día siguiente. Pero en una semifinal, ¿qué haces? ¿Te esfuerzas al 200%, no vale para nada y estas destrozado para el bronce? ¿O te dejas ir, te humillan y llegas al bronce muy tocado? Claro, esta la opción de ganar, pero ganar a los USA es muy pero que muy difícil, casi imposible.
No sé que opción exacta decidió tomar España porque antes del partido Scariolo no tenía claro si usar a Gasol para el partido o resérvalo para el partido de la medalla (de bronce). Si descartas a tu mejor hombre del partido esta claro el mensaje que estas transmitiendo. Aún así Pau jugó y el equipo se esforzó al 100%, pero no más. Esto quiere decir que hizo un partido muy digno, que dieron en todo momento la cara, que en varios momentos estuvieron muy cerca de los Estados Unidos, pero que no se dejaron la piel en la pista precisamente. Los americanos hicieron un partido bastante mediocre, simplemente manteniendo una cómoda distancia en el marcado y poco más. No parecían mucho mejores que nosotros y es una lastima porque a esta selección la podíamos haber metido mano si esto hubiera sido una final y no el partido que la precede. Pero esto se decidió en la fase de grupos, cuando España no hizo los deberes que tenía que haber hecho. Se condeno ella sola a esta circunstancia por lo que al final ha obtenido lo que se ha merecido, luchar por el bronce. El resultado, 82-76, parece indicar que los tuvimos contra las cuerdas que casi estuvimos ahí. Pero no, siempre fuimos un paso por detrás, siempre nos falto creernos que podíamos ser oros.
Solo nos queda levantar la cabeza y luchar por el bronce contra Australia. Tenemos que mostrar nuestra mejor versión y hacernos con la medalla, tenemos que despedir a esta generación como se merece, con un metal colgado de sus cuellos.
Se nota que se acerca el final de los juegos porque los nuestros ya empiezan a desaparecer de la mayoría de las pruebas. El resto del día deparó poca cosa, Carolina Rodriguez se metió en la final de rítmica, donde aspira a diploma. Nuestro flamante oro Saul Craviotto se clasificó para la final del remo 200m y el equipo de 4×1000 metros también, por lo que si hay suerte puede caer una medalla. Y García Bragado disputó sus séptimos juegos olímpicos y terminó en el puesto 20 en 50 km marcha a los 46 años de edad. Una autentica pasada, no me extraña que vaya a ser nuestro abanderado en la ceremonia de clausura. Y Bolt se hizó con su tercer oro en estos juegos en el 4×100 masculino. Tres juegos, tres oros en cada uno de ellos, 9 medallas de oro en total. Autentica leyenda.
Y poco más por hoy. Contentísimos por el oro de Carolina. A ver mañana que hace Ruth Beitia y remata la faena que están bordando todas nuestras chicas.